500 gr de harina común
300 ml de agua
10 gr de sal
5 gr de azúcar
12 gr de levadura fresca prensada
25/30 ml de aceite de oliva
Este tipo de pizza, al molde, se caracteriza por tener una base gruesa. Para conseguirla, durante su elaboración, la masa debe tener tres levados. Esta sería la típica pizza de Buenos Aires o pizza porteña.
Empezaremos poniendo la harina y la sal en un cuenco y mezclaremos bien. En el centro haremos un hueco.
Por otro lado en una vaso pondremos la mitad del agua templada y desmenuzaremos la levadura. Añadiremos el azúcar y revolveremos bien. Dejaremos reposar 10 minutos hasta que la levadura se active.
Cuando esté la verteremos en el hueco que teníamos hecho en el cuenco de la harina. Iremos integrando la harina y la solución de la levadura. Verteremos el resto de agua y amasaremos hasta conseguir que se integren todos los ingredientes.
Pasaremos a la superficie de trabajo y seguiremos amasando.
Incorporaremos la mitad del aceite, la verteremos sobre el mármol donde trabajamos y acabaremos de amasar. La otra mitad del aceite la reservaremos para poner en las pizzeras.
Cuando tengamos una masa lisa y que no se pegue a la superficie de trabajo, la pondremos en un cuenco, taparemos con un paño limpio y la dejaremos hasta que doble su volumen. Esto dependerá de la temperatura ambiente que haga. Aproximadamente entre una hora y media y dos.
Cuando haya doblado su volumen, dividiremos la masa en dos. Bolearemos los bollos, los pintaremos con aceite para que no se resequen y los dejaremos reposar tapados con papel film una media hora.
Pasado este tiempo, en un par de pizzeras pondremos un poco del aceite que habíamos reservado en cada una y un bollo de pizza respectivamente. Empezaremos a estirar la masa, presionando con los dedos, hasta conseguir que llene todo el molde. Con tranquilidad y sin prisa, cuidando de no romper la masa. Pintaremos de nuevo con aceite y taparemos con film hasta que doble su tamaño. Aproximadamente media hora.
Mientras las pizzas van levando, encenderemos el horno a 220°. También prepraremos la salsa de tomate de la pizza. A diferencia de las pizzas estilo italianas, a la piedra, o con una masa más fina, en las que es necesario intentar sacar la mayor parte de agua de la salsa de tomate colándola previamente, en las pizzas al molde, debido al grosor de la masa, no es necesario hacer este paso. Así que en un cuenco pondremos unos 250 gr de puré de tomate. Añadiremos las especias que más nos gusten, en mi caso puse orégano seco, sal, pimienta negra molida, ajo y cebolla deshidratados. Mezclamos bien.
Cuando veamos que la pizza ha doblado su volumen y el horno tiene suficiente temperatura, pintaremos con un poco de la salsa de tomate la superficie de la pizza y la meteremos en el suelo del horno para conseguir que se tueste la base y quede crujiente. También conseguiremos que la pizza quede precocida. La dejaremos 5 minutos.
Haremos lo mismo con las dos bases de pizza. Si no vamos a comernos las dos, ahora será el momento de congelar la base que no vayamos a usar. Esperaremos que se enfríe y la envolveremos bien en film transparente. Directo al congelador hasta que querramos comerla.
En la pizza que vayamos a comer simplemente pondremos los ingredientes que más nos gusten. Una de las características de la pizza al molde es la gran cantidad de mozzarella que lleva. Yo le puse una base con mucha mozzarella. Primero la metí en el horno a media altura por cinco minutos para derritir el queso. Saqué y añadí los ingredientes, jamón, más queso y pimientos rojos asados. Ésta sería una de las pizzas típicas de Buenos Aires, la de "musa con jamón y morrón". Y como buena pizza porteña no nos podemos olvidar de las aceitunas que siempre pondremos al sacar la pizza del horno.
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