250 gr de harina
2 huevos
60 gr de mantequilla a temperatura ambiente
una pizca de sal
En un bol pondremos los huevos, la mantequilla a temperatura ambiente, la pizca de sal y la harina.
Lo mezclaremos con una cuchara de palo, hasta que se integren los ingredientes y a continuación seguiremos amasando a mano. Solo unos minutos, hasta que quede una masa homogénea.
La envolveremos en papel film y la dejaremos reposar en la nevera por media hora. Pasado este tiempo, y ayudándonos de un palo de amasar, dejaremos la masa fina, como medio centímetro de grosor aproximadamente.
Pasaremos la masa al molde, previamente aceitado para que no se nos pegue. Nos podemos ayudar enrollando la masa en el palo de amasar y después extendiéndola sobre el molde. Pegaremos bien la masa a las paredes del molde y cortaremos los sobrantes, pasando por encima el palo.
Pondremos papel de aluminio sobre la masa cruda y, sobre éste, legumbre que sirvan de peso para que no se infle la masa en el horno. Yo no tenía, así que usé un plato como peso.
Meteremos en el horno (ya precalentado) unos 10 minutos a 180°. Si la vamos a usar como base de una quiche o tarta salada, con este tiempo será suficiente, ya que terminará de hacerse con el relleno. Si, por el contrario, necesitamos la base para una tarta fría, cocinaremos unos 20 minutos la masa, que quede más doradita. ¡Espero que os guste!
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